Judía
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  1. ORIGEN

La judía es una especie de origen americano, puesto de manifiesto, tanto por diversos hallazgos arqueológicos como por evidencias botánicas e históricas. Los indicios más antiguos de cultivo datan del año 5000 a.C.
La introducción en España y posteriormente su difusión al resto de Europa tiene lugar en las expediciones de comienzos del siglo XVI.

  1. TAXONOMÍA Y MORFOLOGÍA

-Familia: Fabaceae, subespecie Papilonaceae.
-Nombre científico: Phaseolus vulgaris L.
-Planta: anual, de vegetación rápida.
-Sistema radicular: es muy ligero y poco profundo y está constituido por una raíz principal y gran número de raíces secundarias con elevado grado de ramificación.
-Tallo principal: es herbáceo. En variedades enanas presenta un porte erguido y una altura aproximada de 30 a 40 centímetros, mientras que en las judías de enrame alcanza una altura de 2 a 3 metros, siendo voluble y dextrógiro (se enrolla alrededor de un soporte o tutor en sentido contrario a las agujas el reloj).
-Hoja: sencilla, lanceolada y acuminada, de tamaño variable según la variedad.
-Flor: puede presentar diversos colores, únicos para cada variedad, aunque en las variedades más importantes la flor es blanca. Las flores se presentan en racimos en número de 4 a 8, cuyos pedúnculos nacen en las axilas de las hojas o en las terminales de algunos tallos.
-Fruto: legumbre de color, forma y dimensiones variables, en cuyo interior se disponen de 4 a 6 semillas. Existen frutos de color verde, amarillo jaspeado de marrón o rojo sobre verde, etc., aunque los más demandados por el consumidor son los verdes y amarillos con forma tanto cilíndrica como acintada. En estado avanzado, las paredes de la vaina o cáscara se refuerzan por tejidos fibrosos.

  1. IMPORTANCIA ECONÓMICA Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA

El cultivo de la judía en grano es considerado como un cultivo extensivo, mientras que la judía verde se considera netamente hortícola.
La superficie dedicada al cultivo de la judía en grano se ha reducido en los últimos años (debido a los cambios alimenticios de la sociedad y a su importación); los rendimientos se han mantenido prácticamente constantes, ya que la producción total ha disminuido considerablemente. En el caso de la judía verde, la reducción es también apreciable, pero mucho menos importante cuantitativamente.

La judía es una leguminosa con grandes posibilidades para la alimentación humana, por su doble aprovechamiento (de grano y de vaina) y por su aporte proteíco; además una parte de su producción se comercializa congelada y en conserva; aunque debe avanzar a través de la mejora genética y la adecuación de las técnicas de cultivo.
Los países importadores de las cosechas españolas en judía verde son: Francia, Alemania, Suiza y Reino Unido.

  1. REQUERIMIENTOS EDAFOCLIMÁTICOS

El manejo racional de los factores climáticos de forma conjunta es fundamental para el funcionamiento adecuado del cultivo, ya que todos se encuentran estrechamente relacionados y la actuación de uno de estos incide sobre el resto.
Es planta de clima húmedo y suave, dando las mejores producciones en climas cálidos.

-Temperatura:

Temperaturas críticas para judía en las distintas fases de desarrollo

Temperatura óptima del suelo 15-20ºC
Temperatura ambiente óptima de germinación 20-30ºC
Temperatura mínima de germinación 10ºC
Temperatura óptima durante el día 21-28ºC
Temperatura óptima durante la noche 16-18ºC
Temperatura máxima biológica 35-37ºC
Temperatura mínima biológica 10-14ºC
Temperatura mínima letal 0-2ºC
Temperatura óptima de polinización 15-25ºC

Cuando la temperatura oscila entre 12-15ºC la vegetación es poco vigorosa y por debajo de 15ºC la mayoría de los frutos quedan en forma de “ganchillo”. Por encima de los 30ºC también aparecen deformaciones en las vainas y se produce el aborto de flores.

-Humedad: Humedades relativas muy elevadas favorecen el desarrollo de enfermedades aéreas y dificultan la fecundación. Es importante que se mantenga sin excesivas oscilaciones de humedad.

-Luminosidad: es una planta de día corto. No obstante, la luminosidad condiciona la fotosíntesis, soportando temperaturas más elevadas cuanto mayor es la luminosidad, siempre que la humedad relativa sea adecuada.

-Suelo: aunque admite una amplia gama de suelos, los más indicados son los suelos ligeros, de textura silíceo-limosa, con buen drenaje y ricos en materia orgánica. En suelos fuertemente arcillosos y demasiado salinos vegeta deficientemente, siendo muy sensible a los encharcamientos, de forma que un riego excesivo puede ser suficiente para dañar el cultivo, quedando la planta de color pajizo y achaparrada. En suelos calizos las plantas se vuelven cloróticas y achaparradas, así como un embastecimiento de los frutos (judías con hebra).

Los valores de pH óptimos oscilan entre 6 y 7,5; aunque en suelo enarenado se desarrolla bien con valores de hasta 8,5.
Es una de las especies hortícolas más sensibles a la salinidad tanto del suelo como del agua de riego, sufriendo importantes mermas en la cosecha. No obstante, el cultivo en enarenado y la aplicación del riego localizado, pueden reducir bastante este problema, aunque con ciertas limitaciones. Actualmente se están llevando a cabo cultivos de judía con aguas de 2 a 2,4 mmhos.cm-1 de CE, con concentraciones de sodio y cloruros de 8 meq.l-1 y 9 meq.l-1, respectivamente, sin apreciarse disminución en las producciones. Para conseguir estos resultados es necesario un aporte de calcio y de magnesio más elevado de lo normal, así como mantener un nivel de humedad lo más constante posible.

  1. MATERIAL VEGETALSegún su porte se distinguen dos tipos:
  • De porte bajo erecto (judía enana) de 30 a 40 cm de altura. Suelen ser más precoces y menos productivas que las de enrame. Su ciclo vegetativo es más corto.
  • De porte alto (judía de enrame) con tallos trepadores que alcanzan los 2 a 3 metros de longitud. Tienen tallos volubles provistos de zarcillos y suelen ser de ciclo más largo y más productivas que las de porte bajo.

Según la forma y el tamaño de las vainas:

  • “Sabinal”: vainas gruesas y planas.
  • “Garrafales”: vainas aplastada y más ancha en el centro que en los lados.
  • “Boby”: vaina cilíndrica o semi-cilíndrica.

Principales criterios de elección para judías verdes cultivadas en invernadero:

  • Características de la variedad comercial, que pueden ser de mata alta o judía de enrame (tipo Perona y tipo Helda, de vaina aplastada) o de mata baja (tipo Strike, de vaina redonda).
  • Mercado de destino.
  • Estructura de invernadero.
  • Suelo.
  • Clima, teniendo en cuenta que las fechas de siembra más frecuentes son: agosto-septiembre (con recolección en noviembre-diciembre-enero), noviembre-diciembre (con recolección en marzo-abril-mayo) y febrero-marzo (con recolección en mayo-junio-julio).
  • Calidad del agua de riego.
  1. PARTICULARIDADES DEL CULTIVO

6.1. Preparación del terreno

Antes de la siembra hay que realizar una labor semiprofunda (25 a 30 cm).

Las judías no requieren abonado, pues, al igual que el resto de leguminosas, son capaces de fijar el nitrógeno atmosférico gracias a las bacterias nitrificantes que poseen en sus raíces. Si el suelo es muy pobre, sería interesante esparcir un mes antes de la siembra abono orgánico muy descompuesto (mantillo), mezclándolo con la tierra.

En el caso de riego por gravedad se harán los caballones y regueras correspondientes.
Para el cultivo enarenado, después de la limpieza de la cosecha anterior, se deshacen los lomos dejando llana la superficie enarenada.


6.2. Cómo cultivar la judía:

Las judías, como el resto de leguminosas, se recomienda cultivarlas mediante siembra directa, pues no soporta bien el trasplante.

La siembra la realizaremos cuando la temperatura del suelo sea superior a los 8-10ºC; por lo que en climas fríos nos esperaremos hasta principios de mayo para sembrar, mientras que en zonas templadas podremos sembrar en marzo.

  • Judías de mata baja:  se suelen sembrar en líneas o surcos espaciados unos 40-50cm , poniendo de cuatro a cinco semillas, enterrándolas unos 2 o 3cm en hoyos sucesivos separados de 30 a 40cm.
  • Judías de enrame: requieren separaciones entre líneas o surcos de 60 a 75cm para facilitar su desarrollo y mantener una adecuada ventilación. En cuanto al número de semillas y su disposición, es igual que las judías de mata baja.

Las judías de enrame necesitan tutor, pues crecen enrollándose en elementos rígidos cercanos. Para ello colocaremos unas cañas o palos (tutores) de unos 2 o 2,5m para que vayan subiendo por ellos.

La estructura más habitual para colocar los tutores es la piramidal; para ello uniremos las cañas de dos líneas, inclinándolas y atándolas en el centro.

6.3. Siembra

Las semillas se cubrirán con 2-3 cm de tierra, o arena en suelos enarenados..
Si la temperatura no es suficiente o si se desea mantener el cultivo anterior más tiempo en el terreno, se procede a la siembra en semillero y posterior trasplante al invernadero.
La nascencia de las semillas depende de la época de siembra y de la climatología, pudiendo oscilar entre 7 y 20 días.

6.4. Escardas

Es conveniente la escarda manual.
6.5. Tutorado

Es una práctica imprescindible en la judía de enrame para permitir el crecimiento vertical y la formación de una pared de vegetación homogénea. Colocando un tutor más entre cada par de plantas, aumenta la uniformidad de la masa foliar, mejorando la calidad y la producción.
Existen también mallas que se colocan a lo largo de las líneas de cultivo a modo de pared.

6.6. Deshojado

Se realiza en tiempo seco en plantaciones de ciclo largo cuando se prolonga el período de recolección, eliminando las hojas más viejas, siempre y cuando el cultivo esté bien formado, con abundante masa foliar y ya se haya recolectado una parte importante (1,5-2,5 kg.m-2). Esta práctica mejora la calidad y cantidad de la producción y disminuye el riesgo de enfermedades, al mejorar la ventilación.

6.7. Riego

La judía es muy exigente en riegos en lo que se refiere a la frecuencia, volumen y momento oportuno del riego que van a depender del estado fenólogico de la planta así como del ambiente en que ésta se desarrolla (tipo de suelo, condiciones climáticas, calidad del agua de riego, etc.).

De dos a cuatro días antes de sembrar conviene dar un riego para facilitar la siembra y la germinación de las semillas.
Después de la siembra el primer riego solo deberá darse después de la nascencia de las plantas.
En los primeros estados de desarrollo conviene mantener el suelo con poca humedad, sin embargo las necesidades de agua son muy elevadas poco antes de la floración y después de esta.
Un exceso de humedad puede provocar clorosis y pérdida de cosecha, especialmente en suelos pesados. Un aporte hídrico desequilibrado disminuye la calidad de los frutos.

El establecimiento del momento y volumen de riego vendrá dado básicamente por los siguientes parámetros:

  • Humedad en el suelo.
  • Tipo de suelo (capacidad de campo, porcentaje de saturación).
  • Evapotranspiración del cultivo.
  • Eficacia de riego (uniformidad de caudal de los goteros).
  • Calidad del agua de riego (a peor calidad, mayores son los volúmenes de agua, ya que es necesario desplazar el frente de sales del bulbo de humedad).

El tiempo y el volumen de riego dependerán de las características físicas del suelo.

Durante la germinación y nascencia de la planta de judía la humedad debe ser constante, evitando los encharcamientos, por lo que el riego previo a la siembra deberá ser suficiente para un período de 10-12 días, aunque en ocasiones se da un segundo riego a los 4-5 días. A partir de aquí y hasta la floración no debemos abonar.

Desde el inicio de la floración hasta el comienzo de la recolección (15-25 días) la planta es muy exigente y cualquier carencia, tanto de nutrientes como de agua, repercute negativamente en la floración y posterior producción. En este período coinciden frutos y flores desarrollándose, por lo que puede aportarse estiércol. Desde el inicio de la recolección hasta el final del ciclo es importante un aumento de la fertilización y del agua.

La simbiosis con Rhizobium debería permitir el cultivo sin aporte de nitrógeno, pero la reducida presencia de cepas de la bacteria y/o su capacidad infectiva y de nodulación, suele ser en general reducida, por ello es necesario un aporte básico de nitrógeno.

6.8. Asociaciones: 

La combinación más conocida es la llamada asociación precolombina; donde se combinan maíz, judías y calabazas. El maíz sirve de tutor para las judías; las judías fijan el nitrógeno y las calabazas ocupan los espacios entre las plantas de maíz.

Además, combinan bien con zanahorias, coles, pepinos, fresales, perejil, patateras y tomateras.

Pero no combinan bien con ajos, cebollas, hinojos o puerro.

En cuanto a las rotaciones, no se trata de plantas exigentes, aun así, para evitar enfermedades o parásitos, será mejor dejar un intervalo de dos a tres años antes de cultivar en el mismo espacio.

  1. PLAGAS Y ENFERMEDADES:
  • Pulgón verde y negro: si el ataque es puntual en alguna planta, bastará con arrancarla.  Si el problema es generalizado, conviene aplicar jabón potásico junto a aceite de neem.
  • Araña roja y otros ácaros: éstos pueden atacar si hay falta de riego, por lo que mantendremos la humedad del suelo, incluso sería conveniente un acolchado. Si el ataque es general aplicaremos jabón potásico y aceite de neem; además, el extracto de ajo nos sirve para prevenir su aparición.
  • Antracnosis: es una enfermedad que se manifiesta por la aparición de manchas oscuras sobre las hojas y vainas si el tiempo es muy húmedo. Para ello intentaremos no tocar o cosechar si el tiempo es muy húmedo. En el caso de que las cultivemos en zonas húmedas, podemos fumigar con cola de caballo. Si el ataque es generalizado, optaremos por arrancar y quemar las plantas afectadas.
  • El oídio: es un hongo que suele aparecer si hay exceso de humedad ambiental y elevadas temperaturas. Para prevenirlo, aplicaremos cola de caballo e intentaremos que las plantas tengan una buena aireación. Si la enfermedad es más generalizada, procederemos a la fumigación con Bacillus Thuringiensis.
  • Caída de flores: la flor es el órgano más débil de la planta y cualquier deficiencia que ésta sufra la va a manifestar cayéndose. Los factores causantes pueden ser: cambios bruscos de temperatura, crecimiento vegetativo excesivo, bajada de la humedad relativa, estrés hídrico en el momento de la floración, exceso de temperatura, exceso de fertilización nitrogenada.


  • Amarilleo y marchitez foliar: las hojas más viejas son las que pronto lo manifiestan: primero amarillean y luego se marchitan a la vez que se pueden observar unas manchas marrones rojizas en el pedúnculo foliar. Se han definido algunos de los factores que influyen en su aparición: bajada brusca de la humedad relativa y deficiencias hídricas.
  1. RECOLECCIÓN
  • La recolección de la judía de verdeo es manual,
    La frecuencia con que se realiza esta operación oscila entre 7 y 12 días, dependiendo de la variedad y el ciclo de cultivo. Los retrasos en la recolección resultan doblemente perjudiciales por lado la pérdida del valor comercial y por otro la reducción del peso.
    En variedades de porte bajo, la recolección puede durar de 50 a 90 días y en judías de enrame de 65 a 95 días.
    Actualmente los mercados en fresco están abastecidos prácticamente durante todo el año.
  • La recolección de la judía de grano se realiza de forma mecanizada, aunque su cultivo debe realizarse en grandes superficies, emplear variedades adecuadas etc.
  1. VALOR NUTRICIONAL
Valor nutricional de la judía verde en 100 g de sustancia comestible
Glúcidos (g) 3.20-5.60
Proteínas (g) 1.90-2.39
Grasas (g) 0.24-0.50
Fibras (g) 1.89-2.20
Valor energético (kcal) 24-33

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